Detenida frente a la ventana, no entendía cómo afuera podía estar brillando un sol cuyos rayos no eran capaces de calentarla, de tocarla, de conmoverla siquiera…
Qué falso ese sol, qué vacía esta vida, cómo se suponía que esto seguía...
Para ella, aunque notaba un brillo del otro lado de su ventana, todo estaba más oscuro que nunca, le llovía el alma, con rayos y truenos.
Qué mal ser tan fría, qué mal no poder sacar esa tempestad, qué mal pasar ese duro momento frente a la ventana con un sol irónico.
No podía pensar mucho, abría el placard sin ganas, lo volvía a cerrar. Tenía que ir, asistir, cumplir… qué usar, qué ponerse, daba igual…
Volvía a la ventana, miraba los niños jugando en la calle e inevitablemente su mente empezaba a volar, a recordar, a remontarse a risas a miles de momentos, a él. A él y su compañía… de cómo habían reído aquella última vez, de cómo reían cuando eran más o menos de la misma edad de aquellos niños que miraba jugar.
Su risa… era la más linda que había visto jamás, era hermosa, casi hasta mágica diría ella… y así había sido como lo conoció, riendo… Bueno, había sido él quien le contagiaría la sonrisa, que ella había extraviado momentáneamente por tantas cosas que pasaban en su vida. Incluso había pensado en no volver a sonreír, pero con él, era imposible no hacerlo. Su sonrisa… seguirá riendo?
Qué estupideces le daba por pensar… pero a él eso siempre le pareció gracioso, siempre reían de las estupideces que uno y otro eran capaces de decir, una mayor que la otra, una mejor y más graciosa que la otra, horas interminables de hilarantes estupideces.
Algo extraño que no alcanzaba a entender pasaba en su rostro, todos aquellos recuerdos le habían provocado una sonrisa, que inexplicablemente se esbozaba con cientos de lágrimas, miles quizás… Era alegría, era tristeza, qué carajo era esto?
Se las secó rápidamente y volvió a arreglarse la cara, que no se notase que algo de esa naturaleza había pasado siquiera...
Estaba vestida, estaba arreglada y sentía que aún tenía algo que hacer… El cuaderno de planes, ahora no tenía más sentido… Había que deshacerse de él… Lo buscó en su escritorio. Aquel cuadernito que empezarían una semana después de conocerse… cuántos planes quedaron sin llevarse a cabo… Todo planificado perfectamente para nada, probablemente muchas eran estupideces.
Planearlo todo, desde lo que harían al día siguiente como ir de excursión al bosque; como los planes a futuro, ser novios por 5 años mínimo, casarse, tener un perro y si se volvía a planear, tal vez, hijos…
Estupideces, todo probablemente se reducía a eso… Había que quemarlo,era lo único que quedaba por hacer...
Desordenadamente fue arrancando hojas y haciéndolas pedacitos, encendió todo en un tacho de metal…
Su madre le avisó que era tarde y partieron. No tardaron mucho, y ella seguía ajena a todo. Llegó y lo vio ahí.
El mismo rostro, la sonrisa, menos mágica que de costumbre pero no menos hermosa.
Le tomó la mano y le colocó en el bolsillo la bolsita de planes en cenizas. Le dio un último beso porque sintió que debía ser así y no sabía si él lo entendería porque no era así como estaba planeado. Cerraron la tapa y supo que era el fin. Entonces pensó quizás en la última estupidez relacionada con él.
La había convertido en la viuda más joven, viuda a los catorce.