En el punto máximo de desesperación en el que tomamos la decisión de decirlo todo de una vez, confesar lo que sentimos, abrirnos y dejarnos llevar… Y nos sentimos listos y si tuviésemos al otro en frente, no dudaríamos, procederíamos tal y como lo pensamos o sin pensarlo demasiado porque ESE ES EL MOMENTO!
Pero como el otro no está, o hay que buscarlo, o provocar el momento preciso, pero las agujas del reloj siguen corriendo, el momento ha pasado… y volvemos a ser esos seres cobardes incapaces de ser honestos siquiera con nosotros mismos y admitir las cosas que nos pasan y sentimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario