martes, 13 de noviembre de 2007

de prisas



Camino rápido. Camino rápido porque pienso rápido. Mis pensamientos van a mil y yo tengo que ir a su velocidad, o al menos hacer el esfuerzo. Eso, y el hecho de que generalmente voy tarde… Pero es que mis pensamientos no me dejan en paz. Por más temprano que me despierte, pierdo mucho tiempo pensando… Mientras veo qué ponerme mi cabeza piensa algo, o imagina una historia… y como para no distraerme pensando tengo que encender la radio, así se entretiene y me deja continuar con mis cosas. Pero cuando menos lo espero, ahí está otra vez para acosarme con ideas, pensamientos, bueno, a veces hace bromas y yo que tengo que morderme los labios para no reírme. ¿Qué va a pensar la gente si me ve sonreír sola como una tarada?

Y no es que ahora de pronto mi mente haya empezado a pensar a esa velocidad… bueno, la velocidad a lo mejor sí, se incrementó con estos años… Pero de que siempre fue de ponerse a pensar en lo que se le cantaba, no me caben dudas… Me acuerdo perfectamente que podía pasar horas mirando al cielo, las nubes, o la maestra hablando y mientras, mi mente volaba, soñaba despierta, que qué quiero ser cuando sea grande (cosa que sigue siendo tema de pensar), que cómo me gustaba X, lo buenito que era y lo ideal compañero de vida que podía llegar a ser, cómo quería que fuese mi casa, y otra sarta de sueños interminables, o sea la pura evasión de la realidad!

Y bueno, fue así, empezó desde temprano y ahora no hay quién la frene! Claro cuando probablemente pongo mi mejor cara de volada y empiezo a divagar por universos paralelos de mi persona alrededor del mundo con diversos rumbos y destinos y quien esté cerca cae en cuenta del hecho e irrumpe con la pregunta ¿en qué piensas?, esos infinitos pensamientos, como pecesitos asustados, se disipan y queda toda una mente poblada de blanco para terminar respondiendo como una perfecta pelotuda “En nada!”

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