Afuera cae una lluvia finita, de esa que parece que no termina más. Desde la “clandestinidad” lo miro entrar y salir… Hoy no le hablo, probablemente porque los problemas de conexión harán que uno que otro mensaje se pierda en el espacio y quede incompleto el mensaje o, aunque no pasara, mi neurosis me haría pensar que de hecho fue así.
Para qué hablarle, si lo que pienso es que este día estaría perfecto para permanecer juntos, echarnos en la cama (la suya, la mía, da igual) y no sentir que es otro día de lluvia triste y solo; pero probablemente ante mi idea, él diría “si, lo es”. Y con eso concluirían mis pensamientos al ver esta lluvia que no termina.
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